miércoles, 22 de mayo de 2013

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Parque Lezama:
la pelea por las rejas demora
la obra de puesta en valor

Frenado por las reiteradas protestas, hay un plan de inversión de casi $ 20 millones para recuperar el parque. Como en Parque Centenario, hay asambleas vecinales que rechazan que el espacio verde cierre de noche.

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Cerrado I. Se cerraría el 75% del parque y quedaría abierta la feria.
14/05/13
El conflicto que en enero tuvo como eje al Parque Centenario, ahora se repite en el Lezama. El Gobierno porteño demora el comienzo de una obra de puesta en valor porque una Asamblea se opone a las rejas y las resiste con festivales y cortes de calles. Sin embargo, otros grupos de vecinos aseguran que están de acuerdo con el cierre del parque.
En el Centenario, el 29 de enero hubo una batalla campal entre puesteros y asambleístas que se oponían a las rejas y la Policía Metropolitana. Hubo 22 detenidos. Finalmente, el Gobierno de la Ciudad concretó su plan de mejoras. Ahora la historia se repite. Una nueva asamblea denominada Parque Lezama renueva la lucha en el espacio verde más importante del sur porteño. El jueves pasado, una treintena de asambleístas cortaron Paseo Colón y Brasil para protestar. Entre las organizaciones que adhieren al grupo, están la Asamblea de Parque Centenario y la que impulsó la toma de la Sala Alberdi en el Centro Cultural San Martín. Y otras como Los Pibes o el Movimiento Evita, ambas kirchneristas.
Con $ 19.500.000 de inversión, la puesta en valor del parque incluye la colocación de r ejas en el 75% de su perímetro para cerrarlo de noche. Sólo el otro 25% quedará abierto porque allí funciona una feria. Es que el Lezama sufre actos de vandalismo en forma continua. Hay pintadas en los monumentos y a las esculturas les faltan partes. A la de Rómulo y Remo, por ejemplo, le arrancaron brazos y dedos.
El proyecto, aprobado por el Área de Protección Histórica del Gobierno porteño, busca devolverle al Lezama el esplendor que tenía en 1930 (ver El viejo...). Según el Ministerio de Espacio Público, desde agosto de 2012 hicieron varias reuniones con asociaciones barriales, comerciantes y representantes de las comunas 1 y 4, donde escucharon a los vecinos y la mayoría estuvo de acuerdo con el plan.
El Gobierno porteño iba a empezar la obra el año pasado, pero aún no lo hizo y tampoco le pone fecha. Sólo dicen que, en una primera etapa, colocarán las rejas y renovarán los solados interiores y de las veredas perimetrales de Paseo Colón, Brasil, Defensa y Martín García. Los caminos asfaltados serán reemplazados por senderos de piezas premoldeadas color teja. Recuperarán 70 bancos originales y agregarán 100. Y limpiarán los monumentos. En otra etapa, recuperarán las fuentes. Entre ellas, la que da sobre calle Brasil, que fue cementada y hoy se usa como centro de un anfiteatro, en cuyas gradas plantarán rosales. Además, se ocuparán del estado fitosanitario de los 537 árboles del parque.
“El trabajo que encaramos implicó muchas consultas con vecinos y expertos en recuperación y en patrimonio–afirma el ministro de Espacio Público, Diego Santilli–. Va a ser una restauración de altísimo nivel”.
“Todos deseamos que el parque esté lindo y no venido abajo como lo han dejado caer –asegura María, una vocera de la Asamblea Parque Lezama–. Pero nos oponemos a que limiten los horarios en que podemos disfrutarlo con una reja. También a que saquen la cancha de fútbol que está del lado de Martín García. Y no queremos que hagan un espejo de agua en el anfiteatro, que hoy se usa como espacio de reunión. Sólo pudimos ir a una mesa de diálogo. En otra no pudimos participar porque nos dieron mal el horario y a otra la suspendieron en cuanto nos presentamos”.
En la convocatoria al corte del jueves, la Asamblea denunciaba que “la decisión de enrejar el parque se enmarca en una clara política del macrismo que privatiza la cultura y el acceso al espacio público ”. Y hacía responsable a los funcionarios “por cualquier hecho represivo que pueda ocurrir en el Parque Lezama”.
Otros vecinos no se identifican con esta asamblea. “La mayor parte está de acuerdo con la puesta en valor –afirma Graciela Fernández, de la asociación barrial Mirador del Lezama–. Es un buen proyecto. Y entre 1897 y 1931 el parque ya estuvo enrejado. Tiene 8 hectáreas con subidas y bajadas y no es fácil de vigilar. De nada sirve que lo pongan en valor y lo dejen librado a su suerte. Además, queremos un parque para pasear y para tener comunión con la naturaleza. No para que haya canchas de fútbol, para que usen los árboles centenarios de trapecio o para que hagan actos en un lugar cementado”.
El vecino y arquitecto Alberto Martínez observa: “Nadie quiere las rejas. Pero cuando vemos cómo un parque que es Monumento Histórico Nacional se fue deteriorando por el vandalismo, nos damos cuenta de que son necesarias. Lo que le pedimos al Gobierno porteño es que las obras tengan continuidad hasta su terminación y un presupuesto asegurado. Y que haya un plan de manejo posterior para conservar al parque bien mantenido”.

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